Al tenerlo en sus brazos, María ve de cerca la empeoramiento y profundidad de todas las llagas y heridas de su hijo, reavivando el dolor.¡Santísima Virgen y Raíz dolorosa! Poseído de cristiana compasión por el agudo dolor que padecisteis al anunciaros el santo profeta Simeón la futura pasión y muerte de vuestro santísimo hijo Nazareno, mi